Mujeres rurales de Uruguay toman la palabra en el dialogo mundial por los 75 años de las Naciones Unidas
Un taller para escuchar a las mujeres rurales y del agro y su visión del Uruguay del futuro.
“Aulas abiertas para que la gente vaya a conocer, observar y hacer”; más información sobre políticas públicas; acciones individuales y también colectivas; que haya más voces de mujeres y más mujeres en ámbitos de decisión; que no se busque “urbanizar el campo”, sino valorarlo y cuidar los recursos y educar distinto. Estos fueron algunos de los conceptos que surgieron de un conversatorio virtual protagonizado por mujeres uruguayas rurales y del agro que intercambiaron sus deseos para el mundo dentro de 25 años, cuando la ONU cumpla un siglo.
¿Cómo les gustaría que fueran el mundo y Uruguay? ¿Qué cosas deberían haber cambiado o mantenerse para tener su mundo y país ideal? ¿En qué clase de mundo se imaginan que viviremos si continúan las tendencias actuales? ¿Les parece que las próximas generaciones van a estar mejor o peor? Y en relación a las mujeres rurales en el mundo y en particular en Uruguay, ¿Cómo se imaginan que van a estar? ¿Qué dos acciones les parece que deberíamos hacer para crear un mundo mejor para las generaciones futuras?
Las preguntas que dispararon el diálogo entre mujeres rurales de diversas edades, orígenes y ocupaciones, habitantes del medio rural de nacimiento u elección, pensando en Uruguay y del mundo del 2045, organizado por la Coordinación Residente de Naciones Unidas en Uruguay, el Ministerio de Ganadería Agricultura y Pesca (MGAP) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) dieron pie a un nutrido intercambio la semana pasada.
El grupo virtual que se generó demostró ser bastante optimista en cuanto a lo que será el futuro, aunque nadie desestimara los cambios necesarios para lograrlo: “vamos a estar bastante mejor en 25 años, cuando nos acostumbremos a escuchar voces femeninas”, dijo alguna durante la charla.
Desafíos y soluciones
Luján, de Canelones, integrante de la Red Grupos de Mujeres Rurales del Uruguay, fue la primera en tomar la palabra por “ansiosa”. Aclaró que no está segura de “estar en 25 años” y por lo tanto apuntó a dejarle a sus nietos “un mundo limpio y un mundo sano y para eso tenemos que trabajar duro con la agroecología, concientizar a los niños. “Y me gustaría que vivamos en democracia”, agregó.
“Un mundo en paz”, “una sociedad solidaria, comprometida”, es a lo que aspira otra de ellas, Marita, integrante de una sociedad de fomento y mesa de desarrollo rural del departamento de Salto.
Alison, que se define como “colona nueva”, se está dedicando a la ganadería con su pareja en el departamento de Artigas, no muy lejos de Bella Unión. Aspira a que “cada persona que quiera, pueda producir”, gracias a un “acceso igualitario a los recursos”, “que la mujer pueda emprender sin desventaja social, sin miedo y que la desigualdad sea parte de la Historia”. Para ella, es urgente “salir de la teoría y pasar a la práctica” y, para eso, hace falta una “reeducación cultural”.
DelfaElvira, delegada de la mesa de desarrollo rural de Paysandú, puso el foco en la alimentación, la agroecología y el cuidado de recursos como el agua. Pidió “medir a las multinacionales para que se dedique más tierra a la alimentación”.
Una de cuatro mujeres que se organizan desde hace varios años para “darle valor” a sus excedentes, y que se juntaron para la ocasión en lo de una de ellas, Alba, fueron menos positivas: “estamos muy lejos de poder acceder a las herramientas para superar la desigualdad” porque “sigue habiendo una cantidad de conceptos que no se cambian. Según ellas, falta “motivar y allanar el camino para que la superación de las mujeres rurales sea más accesible”.
Otra de las compañeras de Alba pidió transmitir el “mensaje a los niños de que el mundo necesita estar sano, enseñarles que la comida no viene de los supermercados”.
Laura es secretaria de una Sociedad de Fomento Rural en Trinidad, pequeña productora y apicultora. Desea que los productos que se utilicen en los cultivos no sean tóxicos ni para personas, ni para animales ni para insectos. Además, aspira a “lograr que los que nos representan sean mujeres”.
Comentando el encuentro, Mónica, productora rural de Soriano que piensa restaurar el monte nativo de su predio, se alegró de que “la pandemia y el uso de la tecnología” faciliten la participación de las mujeres rurales y les permita estar más conectadas entre ellas. Cree que “la manera de prepararnos para cualquier otra cosa que se nos pueda venir” es atender más al medioambiente, a la biodiversidad y a los ecosistemas.
Alison pidió “dejar de urbanizar el campo”, abandonando ideas como que la vida ahí es aburrida y Mireya, de la Asociación de Mujeres Rurales del Uruguay, opinó desde la localidad de La Paloma en Rocha, que la solución está en educar mejor: “Nos falta mucho en el tema educación. La gente no sabe lo que es el campo y hay una tendencia a despreciarlo y desvalorizalo”.
Aunque Lujan agreró estar preocupada por los jóvenes que abandonan el campo y que varias coincidieron en la necesidad de lograr que los jóvenes vean como una oportunidad la de permanecer en el medio rural, otra mujer relató que en Uruguay hay “neorurales” y que se está dando una tendencia “a ir a vivir al campo”.
Un buen ejemplo de esta tendencia es Alison, la “colona nueva” y también Ana Laura y Lucía, que estudiaron comunicación y diseño industrial y se instalaron en el departamento de Maldonado, entre las Sierras, hace relativamente poco tiempo -3 años-, con el objetivo de crear una “academia viva” basada en la caña tacuara (o bambú), con tres enfoques: “diseño, producción y educación”. Explican que se están “volviendo a identificar como mujeres rurales”.
También se dijo que es importante que las mujeres puedan tener “sus propios emprendimientos familiares” ya que “la mujer está más preocupada por el cuidado del territorio y el ambiente”. “Es necesario que la mujer se anime más, pero también que todos empaticemos más”, fue otro mensaje fuerte.
Mónica cree que “si seguimos así vamos a estar mucho peor” en 25 años y apeló a crear “aulas abiertas para que la gente vaya a conocer, observar, a hacer, a plantar y darle la posibilidad de trabajar” para valorar mejor al campo y su gente.
Stefanía señaló que, “si seguimos igual, estaremos igual” en 2045, en lo bueno y en lo malo. “Sin caer en ser ilusa”, la productora de Río Negro agregó que también se trata de que “cada una trate de ver en qué puede actuar desde lo personal y lo organizacional”, señaló, antes de agregar que “si el campo no trabaja, la ciudad no come”.
Virginia, dirigente cooperativista y productora ganadera de Maldonado, consideró por su parte que es importante el acceso a la capacitación y “tener conciencia agropecuaria y pensar cómo comunicamos que las mujeres somos importantes y que el sector es importante”.
Para Marita, de acá al 2045, “la idea final” es “haber desarrollado los potenciales recursos existentes para producir exitosamente de manera individual o colectiva”. También pidió “incrementar la proporción de mujeres en la participación dentro del Gobierno o lugares de poder” y dar “mayor difusión a la información sobre posibilidades e incentivos económicos para los emprendimientos de mujeres”.
Lorena, de Artigas, integrante de un grupo de productores criadores de ovinos y ganado, dijo que “en su humilde opinión” la escuela rural debería enseñar derechos y enseñar también que “la mujer puede caminar al lado del hombre, nunca atrás”.
Mensajes recibidos, palabras de autoridades
Al cierre de la actividad, Mercedes Antía, titular de la Dirección General de Desarrollo Rural del MGAP, anunció que su ministerio y la FAO “han decidido construir un Plan Nacional de Género en Políticas Públicas Agropecuarias” que va a servir de guía durante los próximos cinco años de gestión “para avanzar de forma sustantiva en los temas de género en el sector”. La idea es que la construcción de ese plan sea participativa, primero a la interna, pero luego también a través de una convocatoria a organizaciones.
“Estamos tomando muy en serio” este tipo de instancia agregó Antía, que aseguró haber tomado nota de lo que se dijo para nutrir el trabajo del ministerio.
Rubén Flores, Representante de la FAO ad ínterim en Uruguay destacó “la necesidad de un cambio de comportamiento en conjunto” y que “las ciudadanas y los ciudadanos de este mundo tienen que asumir su corresponsabilidad y compartir”. “En materia de geopolítica, el rol que va a tener la mujer es absolutamente relevante y la ecuación de poder va a tener que cambiar” y agregó que “necesitamos una nueva coalición política donde las mujeres asuman el rol de liderazgo”.
“Lo servicios, el acceder a capital de trabajo, a financiamiento alternativo, es fundamental que se diferencien para las mujeres. ¿Cómo adaptamos la educación, la asistencia técnica y el esquema de asociación, pensando desde el punto de vida de las mujeres?”, fue la pregunta que dejó planteada Flores, antes de cerrar su intervención pidiendo a las participantes que “cuenten con la FAO” porque “el eje de la igualdad de género” es clave, tanto para esa organización, como para el Sistema de Naciones Unidas en su conjunto.
Esta convocatoria, que contó con la participación de unas 20 mujeres, se realizó en el marco de la campaña regional Mujeres rurales, mujeres con derechos, que impulsa la FAO y de la que participa, desde 2016, el MGAP. Además, es parte de las actividades en Uruguay por el 75 aniversario de la creación de las Naciones Unidas y de una campaña mundial, que aspira a conocer la opinión de las personas a través de este tipo de diálogos y participando de esta encuesta en línea, abierta a todas y todos quienes quieran. Todo lo que se vaya registrando a lo largo de la campaña, llamada UN75, se va a presentar a los líderes del mundo, a los altos funcionarios de Naciones Unidas en un evento de alto nivel y se publicará.